domingo, 11 de diciembre de 2011

Amarguras que no saben precisamente a limón.

Nos gustaba pensar que todo lo que hacíamos servía para algo. Que no nos arriesgábamos solo para perder, que a veces también ganábamos. Creíamos que si nos amábamos lo suficiente nada podría dañarnos, ninguna bala llena de odio o rencor podría rozarnos. Al parecer nos encantaba engañarnos porque todo lo que imaginamos, todo lo que creíamos crees, todo lo que queríamos querer… todo eso no sirvió de nada cuando el momento de la despedida se presentó haciendo caer el invierno en pleno mes de julio, partiéndonos lo labios, las manos y hasta las huellas dactilares. Todo el amor que nos jurábamos quedó inerte inútil, no sirvió para nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario